Conciliar vida laboral y familiar nos toca a todas y todos

Durante la toma de protesta de una amiga como presidenta del Consejo Consultivo de Mujeres Empresarias (CCME ) pude observar que había un importante número de hombres entre las y los asistentes, y no exenta de prejuicio, pensé: ¿porqué están estos empresarios aquí? ¿acaso se requiere su aval o su anuencia para llevar a cabo esta toma de protesta?, supongo que también se encontraban esposos de algunas de ellas.  

Entonces vinieron a mi mente dos conceptos que a las feministas nos han ayudado a entender cómo y de manera insidiosa se sigue filtrando el poder masculino en todos los ámbitos de esta cultura patriarcal, en donde las mujeres queremos avanzar; man explaining y patronizing. Los escribo en inglés porque la traducción de los mismos no es sencilla sobre todo si se lee fuera de contexto. 

Ilustración por Adrián Oviedo para Consejo Cívico

Man explaining se refiere a las situaciones en las que un hombre pasa por encima del discurso de una mujer y comenta ante el auditorio u otro interlocutor: “lo que ella quiso decir es esto“, como si ella fuera incapaz de darse a entender! y patronizing alude a las situaciones en las que un hombre –sin importar que sea su subordinado o que ella tenga mayor educación, conocimientos o experiencia sobre cierta situación- le dice a la mujer en cuestión: “lo que tu tienes que hacer es tal cosa”, ¡de seguro ella no tiene la menor idea de lo que tiene que hacer!

Sin embargo y conforme avanzaba el discurso de mi amiga, pude percatarme de que era una voz propia, producto de su amplia experiencia durante su paso por distintos espacios en los que ha fungido, entre éstos, haber sido presidenta del Consejo Ciudadano del Instituto Estatal de las Mujeres. 

Man explaining se refiere a las situaciones en las que un hombre pasa por encima del discurso de una mujer y comenta ante el auditorio u otro interlocutor: “lo que ella quiso decir es esto“, como si ella fuera incapaz de darse a entender!

Yo también pasé por ahí y durante 6 años fui consejera del Instituto Nacional de las Mujeres, sí, de las ligas mayores!, pero esto me ayudó a entender que temas como equidad, igualdad entre hombres y mujeres, así como conciliación de vida laboral y vida familiar, no es un asunto solo “de mujeres”. Es un asunto que nos compete a todos y todas (no me importa lo que diga la Real Academia Española por lo de todos y todas). Porque la sociedad esta conformada por hombres y mujeres y para cumplir con los objetivos del milenio, es imperativo que los hombres “abran cancha”. ¡Sí!, que no se sientan amenazados por la presencia ni por los logros de las mujeres, no obstante la tradición cultural y las circunstancias tan adversas. 

Todavía hay muchas mujeres que piden autorización para trabajar a sus esposos, parejas o concubinos. Imagínese usted; ¡pedir autorización para llevar dinero a casa! Donde además ambos asumen que ella es la única responsable del manejo del hogar y el cuidado y crianza de las y los hijos! No, si la tradición es maldita. 

Patronizing alude a las situaciones en las que un hombre –sin importar que sea su subordinado o que ella tenga mayor educación, conocimientos o experiencia sobre cierta situación- le dice a la mujer en cuestión: “lo que tu tienes que hacer es tal cosa”, ¡de seguro ella no tiene la menor idea de lo que tiene que hacer!

Todavía hay empresas que ponen candados al crecimiento profesional de muchas mujeres sin importar su evidente experiencia y capacidad. Para muestra basta un botón; por lo general en una entrevista de contratación no se le pregunta a un hombre casado quién se hace cargo de sus hijos e hijas porque se sobre entiende que es responsabilidad de la esposa o pareja. Sin embargo cuando se entrevista a una mujer casada o con hijos, a ella sí se le pregunta: “¿tiene quien le cuide a su hijos?”, “¿piensa volver a embarazarse?”, porque se presupone que ella es la única responsable de ellos, sin importar que están violentando sus derechos. 

En la situación en la que se encuentran muchas mujeres cuando se trata de escalar posiciones dentro de una empresa, muy pocas cuentan con el apoyo de la pareja para viajar o seguir estudiando después de la jornada laboral; ambas condiciones para seguir creciendo profesionalmente, si llegaran a contar con su apoyo, a veces es la propia familia quien las censura: “¿vas a dejar a tus hijos solos para irte de viaje?”, “tu obligación es cuidar a tus hijos, no andar perdiendo el tiempo en estudios, ya no estás para eso”, como si los hijos quedaran a la deriva en medio de la calle y no tuvieran padre. Generalmente son las abuelas quienes más censuran. 

Que largo es el camino que tenemos que recorrer como sociedad para cubrir los Objetivos del Milenio. Pocos países lo han logrado; Suecia, Noruega, Finlandia, Nueva Zelanda y otros países ya han avanzado en ello porque cuentan con políticas de conciliación de vida familiar y laboral que tienen perspectiva de género, es decir; los permisos y prestaciones relacionadas con el cuidado de los hijos e hijas se les otorgan a ambos padres. Además se encuentran entre las economías más estables, de hecho algunos están gobernados por mujeres.

En nuestro país está muy lejano el día en que una mujer ocupe la silla presidencial y no se si esto llegue a suceder, si ha habido gobernadoras que han hecho excelente papel durante su gestión.

Hoy en nuestro estado tenemos la posibilidad de contar con una gobernadora, sin embargo y a propósito de “patronizing”, tiene detrás a dos figuras masculinas que le dicen el qué y el cómo, uno en el ámbito local y el otro en el ámbito federal. Me pregunto: ¿hasta cuándo avanzaremos las mujeres sin la necesidad de un aval masculino?

¿Qué pueden hacer los empresarios para promover el crecimiento de sus empleadas?, porque las empresarias ya se están organizando: el primero es contar con políticas de conciliación de vida laboral y vida familiar con verdadera perspectiva de género, al ofrecer horarios y condiciones de trabajo que permitan a ambos, hombres y mujeres ascender a mejores posiciones sin desconectarse de sus propias familias. 

El segundo es ser incluyentes cuando se planteen promover el crecimiento de alguien dentro de la empresa, no pensar que las mujeres trabajan solo para apoyar a sus esposos en la economía del hogar, pero su verdadera responsabilidad es el cuidado de la familia, de los mayores, de los enfermos. Está demostrado que el sentido de pertenencia, lealtad e identidad se desarrolla en las mujeres que sienten apoyadas por la empresa en donde laboran, mientras que lo contrario fomenta la rotación y esto se traduce en pérdidas económicas, solo habrá que preguntarnos cuanto le cuesta a la empresa la curva de aprendizaje de un empleado o empleada.

relizabeth.aguilar@hotmail.com 

La autora es directora del Centro de Investigación Familiar A.C. 

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